viernes, 25 de noviembre de 2022

Conflictos psicológicos

 

Conflictos psicológicos

Descubrir los conflictos psicológicos sería un importante hallazgo, darse cuenta de su existencia, de que están ahí, es un paso importante; ya no sería solamente soportarlos y quejarse de ellos de forma pasiva, a partir de ese momento los identificaríamos y encarándolos, conocerlos y averiguar sus matices, formas y mecánica. Cuando se manifiestan y por qué. Descubrir también su parte oculta, escondidos en ese mundo desconocido, lleno de sombras, que es el inconsciente.

La casa se mantiene limpia y ordenada, en la cocina se preparan los alimentos, de forma higiénica, que han sido previamente seleccionados y comprados, y una vez consumidos se recoge, se friega y se deja la cocina limpia. Nos preocupamos de tener los libros ordenados, los archivos en el computador…, nos compramos ropa elegante, nos ponemos perfumes, maquillaje…; la casa tiene muebles apropiados, trabajamos horas para costear todo esto, además de casa, coche al que sacamos brillo… Lo que no se ve lo cubrimos con apariencias. Nuestra alimentación es enfermiza, nuestras células, neuronas, tejidos y órganos degeneran y pronto sufrimos enfermedades que nos quitan calidad de vida, y la vida misma, antes de tiempo. Alguien llamó a algunos, y con acierto, “sepulcros blanqueados”. Y así por desatención, nuestra mente es un caos, igual que nuestras relaciones sociales, en la familia, con los amigos en el trabajo...

Contemplar los conflictos es esencial para quienes quieren estar libres de sus influencias. Es un beneficio para él y para los demás, pues el que tiene conflictos los sufre y los proyecta en sus actos hacia el resto de la humanidad.

Aquellas cuestiones sin resolver son influencias que se gravaron en épocas infantiles y en edades jóvenes, que no dejan de lanzar sus efluvios conflictivos sobre la vida actual: influencias conflictivas sobre el sexo, que ahora se manifiestan en forma de aversión, en quiero y no quiero. Aquellas influencias que se repetían como “·no te va a querer nadie”; “no sé qué vas a ser en la vida”; “Pareces una puta con esos vestidos y pintada”; “eres muy torpe siempre te equivocas” …; maltratos, gritos, falta de deducciones propias, porque se te impedía descubrir por ti mismo, imposiciones; sentimientos de culpa…, son tus enemigos.

Es importante asumir que yo no soy mis egos, agregados psíquicos, o como queramos llamarlos, yo soy cuando hay ausencia de esos conflictos. Podemos decir que somos como mil caballos que orientados en la misma dirección podrían con mucho, pero que amarrados a un palo y cada uno tirando en una dirección distinta a los demás se destruirían.

Amar al enemigo, porque entendemos que ese es nuestro enemigo, instalado en lo más profundo de nosotros mismos. Se esconde porque su recuerdo produce dolor, su mensaje incapacita, taparlos, esconderlos, simularlos porque producen angustia se convierte en una tarea continua. Sólo cuando los amamos es cuando vamos a romper las contradicciones que nos hacen la vida imposible y neurótica.

Conocerlos y aceptarlos es toda una proeza.

La máscara, el maquillaje, aparentar lo contrario de lo que tememos, porque lo llevamos oculto para que nadie lo vea, ni nosotros mismos. Estar atentos y descubrirlos es tarea de todos y de todos los días, ocultamos lo que no nos gusta y que habita en lo más profundo.

Porque lo que impera es su rechazo. Perseguir y criticar en los otros, aquello que rechazamos en nosotros, son nuestra sombra. No somos eso que es muy feo, eso son los otros y resultan odiosos, se les rechaza y se siente vergüenza si son personas próximas. Ellos, los otros, son los egoístas, vanidosos, celosos, cobardes, sucios… Yo pertenezco a otra estirpe de personas mejores

Los procesos conflictivos se manifiestan en la parte consciente y en la inconsciente de la mente, tanto en la intelectual como en la emocional. Desde allí, desde las sombras, emigran las resultantes maleadas hacia la esfera consciente de forma encubierta como pulsiones, emociones, aversiones, rechazos, antipatías, odios, celos, manías…

La atención

La potencia que nos va a posibilitar conocer los conflictos es la atención, la observación de las manifestaciones neuróticas que se manifiestan en el consciente. Podemos observar el odio en sus manifestaciones conscientes, pero aún desconocemos la fuente de ese odio, pues se encuentra oculto en las tinieblas de la mente.

Podemos preguntarnos por qué tengo celos, por qué tengo miedos…, y buscar en el recuerdo etapas pasadas contenidos que se relacionen, sobre todo en la infancia.

Podemos utilizar algunas ayudas que nos faciliten el trabajo.

Meditación. Para que se fortalezca el proceso de atención podemos practicar la meditación.

Rememoración. Para ayudarnos a recordar podemos dedicar todos los días algún tiempo para evocar toda la infancia, paso a paso, lo agradable y lo desagradable.

Pero realmente no queremos, no tenemos tiempo, o hay cosas que son más valiosas para la mayoría. No somos importantes para nosotros. Queremos que sean los demás los que nos valoren. Solo queremos atesorar riquezas materiales, más allá de lo necesario, para poder adquirir bienes que nos distraigan. El descubrimiento personal, la contemplación, la actividad física, la naturaleza, el alimento vegetariano, la meditación, el no matar, el tiempo para la reflexión, no son cosas que estén dentro de los intereses de la mayoría.

Se eternizan los conflictos, porque si no somos capaces de descubrirlos en el interior se lo vamos a traspasar a nuestros hijos, con nuestra forma desequilibrada de comportamiento. A las generaciones venideras para que fabriquen seres humanos tóxicos.

Juan F. Carbonell del Pino            25/11/2022


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