¿Iguales?
Los que han ha vivido en el drama opresivo, lleno de rigidez, de
situaciones tensas y conflictivas, llenas de castigos, gritos…, su mundo será un
drama. Si esto ha durado mucho tiempo y no se han vivido las situaciones amables
de la comedia, con sus contenidos alegres, aspectos placenteros, afectivos…,
llegado el momento en el que se tenga que vivir comedia, se interpretará drama,
en la creencia de que eso es lo real, ahora y en el futuro.
Ante un tablero de
ajedrez y sus fichas, solo jugaremos a las damas porque nadie nos ha enseñado a
jugar al ajedrez. Pero quizás sigamos empeñados en ganar al ajedrez.
Ante
extranjeros seguiremos con la jerga de nuestro idioma, aunque no nos entiendan…,
y les llamaremos torpes y brutos.
Empujados al escenario de la vida, al
compartir junto a las personas que viven en sociedad, en la ilusión, en el
respeto, en la ayuda mutua, en el tono amable, en el cariño…, se encuentran con
que, al intentar interpretar comedias, interpretan dramas, películas de terror y
crímenes, viven el engaño, el castigo, los celos, los golpes, la agresión, la
guerra… Dependiendo de la gravedad de las experiencias vividas en la niñez, no
pueden interpretar, de forma sentida, la alegría, la ilusión, la relación
positiva, porque no está en ellos, no saben sacar de sí mismos porque no hay
referencias gravadas en su infancia.
Llegados a este punto quiero señalar que el
ser humano, que sufrió en su infancia los castigos que lo hacen un peligro
social, es una víctima de sus padres o del entorno que le provocó esas heridas.
Necesita consideración, aceptación y ayuda.
Las vivencias infantiles negativas
son como virus que al invadir a las células sanas la emponzoñan con su material
dañino.
“Sufrir un trauma en la infancia triplica el riesgo de desarrollar un trastorno mental grave de adulto” >>> https://www.rtve.es/noticias/20221103/sufrir-trauma-infancia-triplica-trastornos-mentales-adultos/2407803.shtml
Ante una situación determinada se dispara la respuesta programada, en forma de
ira, de desconfianza malsana, de agresión, desesperación, celos compulsivos…,
aunque haya un comportamiento aparentemente normal durante algún tiempo, este se
altera cuando el contenido almacenado en el inconsciente se toca por asociación
y se evoca. Las reacciones no son proporcionadas a los hechos que se producen en
el presente, sino, que tienen la carga del pasado, de cuando se produjeron en
las vivencias infantiles. Y no es la inteligencia lo que actúa, sino lo
irracional.
El mayor daño se produce cuando en las manos de estas personas está
el destino de otras muchas. Cuando ocupan lugares sociales como esposos, padres,
maestros, políticos, gobernantes…, de aquí pueden salir los maltratadores, los
criminales machistas, los corruptos, los fanáticos, los exterminadores de
pueblos…
Cada individuo es un mundo diferente porque las distintas variables que
intervienen en cada uno de ellos los hace únicos: herencia, padres, medio
ambiente… Se comete el error de atribuirle a los otros, sin tener fundamentos,
contenidos psicológicos y morales que son nuestros. Son consecuencias de todas
nuestras vivencias y experiencias desde que nacimos, sentimientos, valores,
empatías, valoraciones, respeto…, Se tienen tan asumidos como normales que,
erróneamente, se creen atributos comunes a todos los demás componentes de la
sociedad. Hasta que muy tarde, se descubre que el otro vive en un universo
distinto:
Individuos que tienen ideas religiosas mal interpretadas, hábitos
ocultos, que faltan al respeto, que utilizan el maltrato a la pareja, maltratan
a los hijos, son embusteros-ras, hacen críticas poco respetuosas hacia los
demás, confunden los valores…, intolerantes de los errores ajenos, fanáticos,
instructores fabricantes de fanáticos, ciegos de inteligencia, viciados
emocionalmente, iracundos…
Puede parecer que defiendo la idea de buenos y malos
de forma absoluta, pero no, porque no creo que exista alguien libre de haber
sufrido traumas en la infancia, aunque sean de menor trascendencia. Lo que sí
creo es que existen personas aceptablemente aptas para la convivencia y otras
tan problemáticas que hacen daño. Aceptar y vivir las diferencias de los otros es enriquecedor.
Trabajar para la mejora de cada uno es el
trabajo sublime que tiene que realizar desde el más castigado hasta el que puede
dar gracia de tener un sufrimiento menor. No somos iguales.
Cada uno vive en un
universo distinto, poblado de vivencias que lo separan a distancias
considerables de los demás.
¿Con quién me he casado yo? Diría la esposa después
de pasado algún tiempo, ¿A quién le he entregado a mis hijos paridos por mí?;
¿Son iguales el ebrio al conducir, aunque mate a los peatones, que el conductor
sobrio?; ¿Igualdad para casarse y tener hijos al maltratador?; ¿igualdad para el
votante cazurro que no sabe valorar y puede ser manipulado?; ¿Igualdad para el
que sale a la calle dispuesto a pegarle un tirón a un bolso?; ¿Igualdad al
estafador?, ¿Igualdad para el provocador?; ¿Igualdad para el mal pensado?; ¿Son
iguales el asesino y su víctima…? No somos iguales.
Si queremos evitar males, es
necesario actuar ahora de forma positiva y amable sobre los futuros hombres y
mujeres.
Es inútil cuando se grita la repulsa al criminal machista, ¡ya no más!
Se pasó el tiempo de haberlo podido evitar.
Ahora estamos a tiempo de evitar el drama
futuro.
Juan F. Carbonell del Pino viernes 14/11/2022
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