lunes, 12 de abril de 2021

Autoconocimiento

 

El hombre toma forma al recibir todos los errores y torpezas que sus cuidadores han cometido en el trato con él, padres y otras personas que le han influido durante todo el ciclo infantil. Lógicamente también se integran las bondades que recibe.

 

Han marcado su virginal cerebro con temores, desamores, desconfianzas, culpabilidades, inseguridades, agresividad, maltratos, desarmonía, agresiones, abandonos, gritos… que van a ir cristalizando, formando las estructuras neuronales del lactante y del niño. 
 

A estos contenidos convenimos en llamarlos “agregados psíquicos”.

 

Esta es la transformación de lo que era un príncipe que la malvada bruja convirtió en la bestia, tal y como se narra en el cuento.

 

Estas prácticas erróneas de sus cuidadores configurarán su cerebro y su psicología de tal manera que el sujeto llegará a creer que él son sus agregados psíquicos.

 

Dedicará toda su existencia a su servicio, ellos comandarán su vida.

 

Los disculpará y justificará dándoles la entidad de ser él mismo, nunca serán feos para él, pues los tapará con sus logros y conquistas, luchará pues, para ocultarlos y perseguirá su sombra en los otros seres humanos.   Pero nunca estará satisfecho.

 

La estructuración psicológica que formaron en su infancia pasará a ser parte constitutiva de su personalidad, por la que luchará y tratará de realizar sus dictados, ambiciones, deseos, agresividad, miedos, desconfianzas… como si del mismo sujeto se tratara.

 

Así, nunca reconocerá a la bestia que hay en él. Sería insoportable verse feo. Se convertirá en su esclavo sin saberlo. Verá su bestia en los otros y los perseguirá. Nunca en él mismo.

Quien quiera dejar de ser esclavo de sus agregados psíquicos necesitará perseverar en la observación de sí mismo y de sus reacciones en las relaciones cotidianas. El trabajo consiste en contemplar lo que fue configurado en su psiquismo en las edades tempranas de su infancia, cuyos contenidos perduran a través del tiempo. Sus manifestaciones conscientes e inconscientes.

En el Oráculo de Delfos, antes de plantear cualquier consulta a los dioses, obligaba al viajero a investigar su propia esencia. Este, debía ser el punto de partida para comprender el mundo.

Las palabras inscritas en la entrada del templo de Apolo en Delfos eran casi una exhortación y hasta una advertencia que iba más allá del mero valor ético o religioso. Pausanias, del siglo II de Cristo, en su obra Descripción de Grecia, explicaba que esta frase se hallaba inscrita en oro.

En la sala donde se hallaba la sibila, esa sabia mujer entrenada desde niña para revelar el mensaje de los oráculos, podía leerse la siguiente inscripción:

“Te advierto, quienquiera que fueres tú, que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que, si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.

El uróboros, la serpiente que se come su cola enferma representa desde antiguo lo Uno que surge de la unión de lo que está en disputa consigo mismo, por lo que constituye el misterio de la prima materia, que, en cuanto a proyección, procede inequívocamente del inconsciente humano».


Para Jung, de la escuela psicoanalítica, «el Uróboros que se come su propia cola es un símbolo drástico de la asimilación e integración del opuesto, de la sombra.

“Una serpiente está apostada y vigila el templo que la tiene, además, subyugada. En primer lugar, sacrifícala y despelléjala; vete quitándole su parte carnosa hasta que llegues a sus huesos; pon peanas a la entrada del templo y colócate encima; y allí encontrarás la cosa que buscas. Pues el animal sacrificado, el hombre de cobre, fue cambiando de color por su naturaleza; pasó a convertirse en hombre de plata; y pocos días después, si tú quieres, también en hombre de oro”. Tu verdadero Ser, tu auténtico Yo, espléndido, luminoso y sabio.  

“Pon tu inteligencia, muy apreciado amigo, en estos asuntos y no te equivocarás. Pero esfuérzate con seriedad y diligencia, hasta que veas el final”.

Es necesario trabajar mucho y poner energía en el asunto, si es que te importa. Hay mucho que hablar sobre el conocimiento propio, todo lo anterior son algunos datos que señalan direcciones. ¡Buen provecho!

No debemos de olvidar que hasta las neuronas llegan las porquerías que comemos, bebemos, fumamos…

Juan Carbonell

 




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