domingo, 16 de octubre de 2022

El tesoro escondido

 El Tesoro escondido



                Fue un día en que dejando caer la mirada joven, por un tenderete de libros usados en el rastro de Madrid, atrajo mi atención un ejemplar ajado y ocre por el paso del tiempo. “Por el Reino encantado de Maya”. Relatos recopilados por Mario Rosso de Luna. Mi interés aún se acrecienta al descubrir que tenía las hojas pegadas, nadie había leído ese ejemplar.

He aquí una de las parábolas que leí en ese libro:

“El tesoro escondido”

 “Escrito está en letras de fuego en los viejos libros iniciáticos que consultó Platón para escribir su Banquete de los dioses, que los hombres de la Edad de Oro alcanzaron tal felicidad, tan inmenso saber y un poder tan gigantesco, que los dioses sintieron envidia hacia ellos, temiendo muy fundadamente que les usurpasen algún día todo su inmenso y secular poderío.”

“Diéronse, pues, trazas un día los dioses de lograr arrebatar el tesoro de la felicidad a los mortales, quienes, al perder tamaña riqueza, cayeron bien pronto en la orfandad y en la abnegación más tristes. En ese mismo y desdichadísimo estado de miseria en que hoy le adivina la ciencia de la Prehistoria.”

…” los dioses se convencieron bien pronto de que estaban perdidos a la corta o a la larga si no escondían convenientemente el “Tesoro de la Felicidad” en un sitio tal y tan oculto que jamás volviesen a dar con él los pícaros hombres.

…” Ningún lugar había absolutamente seguro para ocultarlo pues los hombres (que son dioses también sólo que lo han olvidado porque bebieron antaño las soporíferas aguas del Leteo que les tiene dormidos desde entonces), despertarán al fin algún día de tamaño letargo o “encantamiento” y ¡ay, luego, de los dioses!, porque sonará para ellos la hora de su ocaso, “…

“… el más experto de los dioses —no se. sabe bien si Narada o Mercurio— le dio al fin a sus compañeros este consejo práctico, expedito, infalible: — ¡Necios! Si queréis que el hombre jamás encuentre lo que busca, esconded su Tesoro en su propio e inconstante corazón...”

…” El Tesoro, por arte mágico poco o nada, explicable para nuestra obtusa mente, hubo así de pasar al corazón de todos y de cada uno de los mortales, quienes, aunque notaron luego algo extraño en sí propios, ni remotamente pudieron pensar que aquel “algo” era precisamente lo que con tan insaciable ahínco habían perdido. ¡Así, mientras buscaban el Tesoro, (de la felicidad), resultó lo llevaban dentro” …

Pasaron de este modo cruel edades tras edades, con gran mofa y escarnio por parte de los dioses, quienes, desde sus alturas olímpicas, veían cómo y de qué manera, por la busca de un vano fantasma de felicidad, los dormidos hombres se destrozaban como fieras unos a otros.

“… al fin, es a saber que llegó la plenitud de los tiempos anunciada por la profecía, es decir el día, augusto en que el titán Prometeo, extendiendo su brazo gallardo, encendió la Antorcha del Pensamiento en ese mismo e inextinguible Fuego de Amor que alimenta al Sol y hace resplandecer a los cielos. Con la antorcha mental así encendida fue despertando sucesivamente y más o menos en todos los hombres un fuego igual al suyo primitivo. A los destellos de semejante Luz, pudieron mirar al fin, en el fondo de su pecho: ¡allí vieron brillar más pura que nunca al “Ascua de Oro”: ¡El Tesoro de la Felicidad Oculta! “

                Solo quiero señalar que en el hombre se da la conjunción de algo que, al fusionarse con su atención, le hace sentir plenitud.

                Porque no quiero apelar a ninguna creencia sino a hechos palpables, es por lo que señalo a la observación y experimentación de sí mismos.

                Dejar caer la mirada sobre aquello que nos hace plenos, sobre esa luz, esa estrella, que habita en cada uno y que cuando se toca se revivifica haciéndote luminoso, suficiente, pleno, capaz…

                Que no depende del éxito personal, del dinero, de la aceptación o el rechazo de los demás. Más allá de la personalidad, de su éxito o fracaso… allí estás tú, y no necesitas más, todo lo demás se obtiene por añadidura.

                Sólo tienes que estar contigo, en el silencio… todo lo demás será iluminado por esa luz.

 

                Juan F. Carbonell del Pino

 

2 comentarios:

  1. Muy claro y directo. Muy agradecida.

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  2. Gracias Juan porque nos recuerda y nos descubre que la búsqueda no es fuera si no dentro y que para dar con ella no hay que hacer muchas cosas sino pocas,no hay que correr sino parar,no hay que perseguir ,sino encontrar en uno ese infinito e inagotable tesoro,gracias nuevamente por el regalo.

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