La búsqueda de aceptación de los demás, es una demanda prioritaria en los
seres humanos que los va a acompañar toda la vida, marcando su comportamiento.
Es el instinto de compensación
del que habla Freud, Adler…
En los casos más notorios siempre
los encontraremos buscando que los demás los miren como vencedores, modelos,
poderosos; suelen ser vanidosos, engreídos, con la pretensión de causar
admiración, respeto, incluso miedo. O simplemente como atractivos, graciosos,
con don de mundo, etc.
Se pone en juego el aspecto
físico, ya sea con la posesión de un cuerpo bello, el pelo cuidado, músculos de
gimnasio, maquillaje, perfume, adornos, vestimenta a la moda del momento,
elegantes con camisa y corbata…
La posesión de objetos como
móvil, reloj, moto, coche, casa, mobiliario… también son utilizados para
valorarse.
Vocabulario, gesticulación,
adecuados al entorno cultural por el que se desenvuelvan.
La competencia académica y
laboral.
Habilidades sociales, que les
hagan caer en gracia en los demás.
Éxito en la conquista del otro
sexo. Brutalidad si no lo poseen con seguridad, celos, posesión, agresión...
Prácticas en el uso de alcohol,
tabaco, drogas… que sean valoradas por el grupo.
Todo este montaje se organiza
para conseguir ese “tú vales” que nunca será de forma plena y siempre en vilo
de perder esa estima. Por lo que se requiere más y más afirmación.
La necesidad de la aceptación por
parte de los demás se da en todas las edades. Desde las primeras miradas que
dirige la madre, hasta los celos hacia el hermano pequeño, pasando por las
relaciones amistosas en el colegio, el grupo en la adolescencia, la adquisición
de conocimientos, la competencia en el trabajo…
En las edades más jóvenes la
necesidad de aceptación e integración pueden llegar a ser dramáticas, como ante
el rechazo por ser gordo, retrasos, diferencias culturales, el Bullying,
(acoso), la adopción de prácticas indeseadas como son el alcohol, la drogas; la
ineficacia en los estudios, la presión del colegio, la presión de los padres,
el maltrato familiar…
Estas situaciones pueden llevar a
enfermedades, sobre todo mentales, y al suicidio…
Es obligación de los padres
apoyar a los hijos dándoles el máxima de aceptación, respeto, paciencia, atención,
alimentación sana, deporte…, así necesitarán menos de la aceptación de los
demás, de la compensación, ahora, en el futuro y a lo largo de la vida.
Cuando falla la compensación, la
aceptación, el individuo cae en la frustración, la tristeza, la depresión, en la ira... se hunde en sus desgracias que no puede compensar con los suficientes éxitos.
Las mejores formas de
compensación están en el deporte, en la práctica musical, en el altruismo,
(ayuda a los demás) …
Y, además, trabajar sobre sí
mismos para no tener dependencias psíquicas que esclavicen.
Juan F. Carbonell del Pino 30 de octubre de 2022