EL NIÑO Y LA MADRE, UNA IMAGEN REPRESENTATIVA
DE NUESTRO MUNDO
Podemos
observar que las civilizaciones degeneran, por falta de recursos, por desigual
reparto de los bienes de consumo y por la degradación del potencial psicológico,
biológico y social de sus ciudadanos. O sea, falta de alimentos, desigualdad y
degradación moral y física.
Podemos
observar que los males que padecen los ciudadanos de las sociedades tecnológicamente
evolucionadas van en aumento y se evidencia en los suicidios, la drogadicción, la
trata de blancas, o negras, la delincuencia, el alcoholismo, el maltrato a la
mujer, maltrato infantil en muchos grados, la xenofobia, la explotación, las enfermedades
degenerativas, la obesidad, el consumo de alimentos insanos…, que, además, redunda
en cuantiosos gastos insostenibles para el conjunto de la sociedad.
Los
poderes públicos pueden seguir poniendo parches, tiritas, hasta la saciedad, hasta
el derrumbe total y también pueden prevenir para que no se produzcan tantas
heridas.
Si
queremos mejorar nuestra sociedad, los poderes públicos, deberán centrar su
atención en proteger y apoyar al nuevo ciudadano que llega: al niño.
Y
necesariamente a la madre cuidadora.
El principal responsable
de aportar al recién llegado la cultura de la civilización que le acoge es el
cuidador. Extensivamente son los cuidadores, pero en primer lugar lo ocupa la
madre, que es la cuidadora que más interacción tiene con el bebé.
Sí, los
cuidadores, la madre, el padre, los hermanos, los vecinos, los educadores… Hacen
llegar al neonato la cultura del lugar donde ha nacido, en un barrio de una
ciudad de Europa, de América, de china, en una aldea de África…
Dentro de una misma ciudad, los barrios albergan culturas muy diferentes. Barrios de un nivel socio económico alto o barrios de un nivel socio económico bajo.
Si fijamos la atención, el
ciudadano más importante para realizar con él una labor que produzca un efecto
de mejora para la sociedad, en primer lugar, tenemos al niño, pero como el éxito
o fracaso del niño depende de su cuidador principal y después de los demás
cuidadores, necesariamente nuestra acción se debe centrar en el cuidador
principal en primer lugar, como determinante del resultado del valor niño-ciudadano.
Si cuidamos al niño, garantizamos
un buen ciudadano, unos buenos padres, buenos políticos, buenos científicos,
buenos panaderos, buenos médicos, buenos educadores…, en suma, buenos
individuos.
Los futuros padres necesitan una
formación sobre el conocimiento en como proceder antes de la concepción,
durante y después del parto, en la lactancia y en como afecta al niño el que
los cuidados sean amorosos y la relación de los padres entre ellos armoniosa,
sin peleas ni gritos. Con atención casi exclusiva, sobre todo de la madre y el
apoyo del padre y otros componentes de la unidad familiar.
Es necesario que la madre y su
cónyuge, si lo hay, gocen de una seguridad económica suficiente. El estado debe
proporcionarle una vivienda digna, un sueldo a la madre y todas aquellas ayudas
que contribuyan a su bienestar.
La clave está en educar a los
jóvenes en una asignatura imprescindible, inexcusable: como ser individuos, como
ser ciudadanos, como ser un buen compañera-ro, como ser una respetuosa y amorosa
pareja, como ser una buena madre, un buen padre.
Cómo alimentarse sanamente, con
productos frescos, nueces, frutas, ensaladas, verduras, cereales, legumbres…,
prescindir de los productos basuras. Saber que por ejemplo la carencia de omega
3 va a producir en el niño lesiones neuronales para toda la vida.
Desde luego que este estudio se
merece de un desarrollo más amplio, esto es señalar, esto es sólo el dedo que
señala, debemos poner nuestra atención en aquello que se señala y convertirnos
de forma constante en defensores de la causa por la humanidad.
Yo quiero traer aportaciones de
hombres lúcidos para ilustrar el contenido de lo que se señala. Aquí va
eso:
“Mejor le sería si se le colgara
una piedra de molino al cuello y fuera arrojado al mar, que hacer tropezar a
uno de estos pequeños.” Lucas 17:2
He observado, en muchas personas,
que le han cogido rechazo a los evangelios. Yo les diría que el rechazo lo
pueden tener hacia algunos que han utilizado los evangelios y el nombre de
Cristo con fines deshonestos. Pero para nada se debe de tener rechazo a las
palabras llenas de sabiduría.
Juan Francisco Carbonell del Pino