Los estudios científicos confirman los principios del naturismo.
Con criterios sencillos como el de vivir de acuerdo a la naturaleza, en contacto con el aire puro, la luz, los frutos de la tierra: vegetales frescos, frutas, frutos oleaginosos...
Logrando revertir males importantes, sufrimientos evitables... manteniendo altos niveles de bienestar físico, mental y espiritual en sus practicantes.
Los estudios científicos señalan lo que siempre ha señalado el higienismo vegetariano. Por eso, nos hemos propuesto desde aquí, traer algún material de esas investigaciones, para el enriquecimiento y beneficio de todos los que sentimos el sufrimiento, el sufrimiento absurdo y evitable que padece gran parte de la humanidad. Eso puede ser amor, o simplemente sentido común.
Me satisface y alegra comprobar ese paralelismo entre naturismo y ciencia.
Señalar, además, que más allá de intereses, que nunca traspasarán la tumba, nos iremos desnudos, y hasta eso perderemos, poseemos el indestructible espíritu, que ha quedado olvidado en el desván de lo inservible, como si de un tracto molesto y dudoso se tratara, cuando puede que sea lo único que traspase la dicha sepultura. Que si así fuera, sería de interés, que contáramos con un cuerpo espiritual de alta gama, que sea capaz de llevarnos bien provistos, por los avatares que aún nos queden por vivir, en las aventuras venideras y en las presentes. Para eso, sería necesario, sacarlo de vez en cuando, para que haga prácticas de existencia, que podrían ser: reír, fantasear, mirar con dulzura, cantar, ser amables, pintar... y un largo etc., lleno de bondades espirituales, ha!, también se puede meditar, jugar, pasear con alguien agradable, hacer música... seguro que se te ocurren muchas más cosas.
Así pues, cuerpo sano, mente sana, espíritu despierto.
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Descubren células que inician la extensión del cáncer
Las grasas pueden tener la llave contra las metástasis
Hasta el 90% de las muertes por cáncer se
deben a las metástasis, pero no hay tratamientos contra ellas. Ahora, un
estudio ha identificado las células que las inician en varios tipos de tumores.
Para su sorpresa, los investigadores han visto que las implicadas dependen de
grasas como los aceites de palma o de coco, presentes en las comidas
procesadas.
Jesús
Méndez | | 07 diciembre 2016 19:00
El cáncer es
un enemigo a distancia. Nace y crece en un lugar concreto, pero hasta el 90% de las muertes que provoca dependen de los
viajes que sus células emprenden por otros rincones del organismo: las
metástasis.
Pero las
claves de esas metástasis siguen jugando al escondite en los laboratorios.
Aunque había sospechas, ni siquiera se conocían qué células concretas del tumor
las iniciaban. Y, lo más importante, no existe ningún tratamiento específico ni
eficaz contra ellas.
Ahora, una
investigación liderada por el grupo de Salvador Aznar, investigador ICREA
en el Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona), apunta a una
pequeña gran revolución.
El estudio que publica su equipo en la revista Nature ha
dado tres saltos: identifica las células de origen
de la metástasis en varios tipos de tumores; revela que se diferencian del resto porque dependen de las grasas –entre
ellas, del ácido palmítico de muchas comidas procesadas–; y da con un marcador que, al inutilizarlo en ratones,
previene por completo la formación de metástasis y reduce las ya existentes.
Este ha sido
su viaje y hasta dónde han llegado.
La
serendipia de las células iniciales
“Nosotros no
pretendíamos estudiar las metástasis”, comenta a Sinc Salvador Aznar. “Yo
llevaba tiempo analizando las células madre del cáncer y quería profundizar en
un tipo particular, las células quiescentes o dormidas”.
Una teoría
cada vez más aceptada sostiene que un tumor, igual que un tejido normal, tiene
unas células madre que lo originan y a partir de las cuales se derivan todas
las demás. Pero dentro de ellas hay un subgrupo compuesto por células madre
dormidas, que parecen funcionar como una reserva. "Podrían ser más
resistentes a los tratamientos y estar detrás de las recaídas tras la
quimioterapia”, añade Aznar.
“No
pretendíamos estudiar las metástasis, pero ante los resultados cambiamos
completamente el objetivo de la investigación”, explica Aznar
La sorpresa
llegó cuando trataron de separarlas y aislarlas. Usando muestras de pacientes
con cáncer oral vieron que había, en efecto, células madre de ciclo más lento.
“Pero cuando las analizamos, ellas mismas nos dijeron que tenían algo que ver
con las metástasis, porque expresaban muchos genes relacionados con estas.
Parecían adipocitos, células de la grasa. En ese momento cambiamos
completamente el objetivo de la investigación”.
Para poder
jugar con las células se necesita encontrar una cerradura que las diferencie.
De entre todos los genes especialmente activos de las células dormidas había
uno que llamaba la atención. Se llama CD36 y la proteína a la que da lugar es
una puerta de entrada a las células.
Jugando con
ella en ratones, los resultados fueron impactantes: cuando se aumentaba en los
tumores orales, que suelen dar metástasis a los ganglios linfáticos en un 20%
de las ocasiones, el porcentaje aumentaba hasta un 80% y los ganglios eran 40
veces más grandes. Al contrario, cuando se usaban anticuerpos que la
bloqueaban, las metástasis disminuían entre un 80% y un 90%. En algunos casos
incluso desaparecían. Y si se administraban antes de introducir las células
cancerígenas, prevenían por completo su aparición. Todo ello, curiosamente, sin
afectar apenas al tumor de origen.
Al
revisar datos de estudios previos, el grupo de Aznar observó que el aumento de
CD36 en pacientes con cáncer de pulmón, mama o vejiga también estaba
relacionado con un peor pronóstico. Y cuando probaron en los ratones con
melanoma o cáncer de mama, los resultados fueron muy parecidos. En el artículo
hablan de un mecanismo general de metástasis.
El primer marcador para un posible tratamiento
¿Por qué
nadie lo había estudiado antes? “No lo sé”, reconoce Aznar. “Los datos estaban
ahí y
algunos ya habían mostrado la relación con el pronóstico,
pero quizá la gente prestaba atención a aquello que le interesaba. Se parece a
lo que ha sucedido con CRISPR, cuya existencia
descubrió un español hace años pero hasta mucho después
no hubo quien vio las posibilidades y desarrolló la técnica”.
Ahora están
trabajando con
MRC
Technology, del Reino Unido, para desarrollar anticuerpos que puedan
probarse en humanos. Ese es el verdadero salto. “Esperamos conseguirlos
–comenta Aznar– y que no se queden en el camino. En cualquier caso, habrá que
esperar unos años”. Un aspecto positivo es que, al menos en ratones y
administrados durante periodos no demasiado largos de tiempo, los efectos
secundarios no parecen graves. Otro: los ratones no parecían generar
resistencias, presentes en la inmensa mayoría de las terapias dirigidas contra
el cáncer.
El estudio identifica
las células que inician la metástasis en varios tipos de cáncer y abre la
puerta a nuevos tratamientos
Para Joan
Massagué -asesor científico del propio IRB y director del Instituto Sloan
Kettering-, que no ha participado en el estudio, “este trabajo es una excelente
contribución al creciente conocimiento sobre las células que originan las
metástasis”. Entre sus limitaciones, apunta que “está basado casi
exclusivamente en metástasis a nódulos linfáticos, que no son las más temibles,
y ha sido realizado en ratones desprovistos de inmunidad, que es una barrera
fundamental contra ellas”.
Aznar, sin
embargo, señala que “también hicimos experimentos donde se veía la relación con
metástasis a pulmón, hígado o hueso”. Y aunque la mayor parte de los datos
provienen de ratones sin inmunidad, “hicimos algunos ensayos con ratones
inmunocompetentes y los resultados eran similares”.
Para Héctor
Peinado, jefe del grupo de Microentorno y Metástasis en el Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas (CNIO), y que tampoco ha participado en el estudio,
“habría que estudiar en detalle cada tipo tumoral para saber si se trata de un
mecanismo universal, pero es sin duda un nuevo hit en el campo
de la lucha contra la metástasis. Existe información muy limitada sobre las
células que las inician. Es un gran paso el hecho de tener un marcador que
puede servir de diana terapéutica, conocer el mecanismo implicado y la
existencia de una terapia que podría combinarse con las actuales”.
La
investigación tiene, por tanto, un doble valor. Por una parte, permite
identificar las células que inician la metástasis en al menos varios tipos de
cáncer, lo que acelerará y mejorará las investigaciones. Por otra, abre la
puerta a posibles nuevos tratamientos. Pero hay una tercera pata: la relación con las
grasas y nuestro estilo de vida.
Las metástasis
responden a las grasas
El
vínculo entre una dieta rica en grasas y algunos tipos de cáncer, como los de
colon y mama, es ya conocido, pero no tanto su correspondencia con las
metástasis. “Hasta el momento se han descrito algunos estudios que describen la
obesidad como un factor de riesgo de metástasis en cáncer de páncreas y algunos
tipos de mama, pero los mecanismos implicados se desconocen”, afirma Peinado.
Cuando las células tumorales se incubaban con ácido palmítico, abundante en las carnes, grasas lácteas y aceites de
coco y de palma, estas parecían
recordar la relación y producir más metástasis tras inocularse en los ratones.
Teniendo en
cuenta que las células iniciadoras parecían grasas, y la importancia de CD36
como puerta de entrada, el grupo de Aznar diseñó una serie de experimentos para
comprobar cómo podía afectar la dieta de los ratones al desarrollo de
metástasis. Los resultados fueron contundentes: había más y mayores metástasis cuando su dieta
contenía más grasas. Y no hacía falta llevarla a valores
desproporcionados. “Eran el equivalente a lo que llamamos una dieta de
cafetería en humanos”, apunta Aznar.
Los ratones del
experimento sufrían más y mayores metástasis al ingerir más grasas,
equivalentes a las de una dieta de cafetería
El mecanismo
exacto aún se desconoce. “Podría ser que permitan a las células obtener más
energía y resistir mejor el estrés que les debe suponer salir de su entorno y
colonizar otros tejidos”, sostiene Aznar. Pero “también podrían jugar un papel
otros procesos, no solo la obtención de energía”. De hecho, no todas las grasas
parecen perjudiciales: por ejemplo, el consumo de aceite de oliva en la
dieta mediterránea se asocia con cierta protección contra el cáncer.
De momento
hay al menos un sospechoso claro. Cuando las células tumorales se incubaban con
ácido palmítico, estas parecían recordar la relación y producir más metástasis
tras inocularse en los ratones. El dato es importante: el ácido palmítico está
presente en el aceite de palma o de coco, incluidos en muchos de los productos
industriales procesados. “No lo sabemos aún, pero este hecho podría estar
detrás del aumento de mortalidad en algunos tipos de cáncer que se ha observado
en los últimos años”, sostiene Aznar.
Averiguarlo
con exactitud es muy complicado. Implicaría diseñar grandes estudios
epidemiológicos de muy difícil seguimiento. Una forma indirecta pero más
plausible es la que va a iniciar el grupo del propio Aznar. “Tenemos acceso a
muchas muestras de pacientes con cáncer. En colaboración con el Hospital Vall
d´Hebron, que también participó en este estudio, queremos analizar si hay una
relación entre las grasas presentes en sangre y el riesgo de desarrollar
metástasis”.
Otra puerta
lógica que se abre es la posibilidad de ofrecer tratamientos dietéticos.
¿Podría una dieta baja en grasas mejorar el pronóstico de los enfermos?
“Estamos estudiando también hacer un ensayo clínico para averiguarlo”, comenta
Aznar. “Pero es complicado. La labor de seguimiento es muy cara y obtener
financiación cuando no hay detrás un posible beneficio económico es más
difícil”.
De momento
el viaje tiene tres patas. El tiempo dirá si llega la cuarta, la que lo
confirme.
Referencia
bibliográfica:
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El ácido
palmítico es el principal ácido graso saturado de la dieta, constituyendo
aproximadamente un 60 % de los mismos. Es el más abundante en las carnes y
grasas lácteas (mantequilla, queso y nata) y en los aceites de coco y de palma.
Es el ácido
graso que más acelera el proceso de metástasis de las células cancerosas, en
experimentos hechos con ratones.
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Lo hemos escuchado muchas veces: "Si, no se preocupe, puede comer lo que quiera"