jueves, 29 de agosto de 2013

La Bestia - 31





Preñado de complejos hasta los topes, el hombre pare a la bestia.

La bestia, un tirano con muchas cabezas, una hidra venenosa dispuesta a tragarse a la naturaleza, al hombre...

Al que esclaviza para que sea su servidor y le ofrezca su pábulo, su alimento en forma de beneficio económico, de triunfo, de posesión de todo, de poder... a costa de las crisis económicas, del hambre, la guerra, la miseria, el dolor, las lágrimas, la muerte...

Y el hombre educa y forma a sus hijos para que sean servidores de la Gran Bestia y la veneren hasta su muerte, aún a costa de su alma, vendida por unas migajas de éxito.

El hombre ya no es el rey de la creación, el mismo hombre ha parido un engendro, nacido de su propio miedo, de su egoísmo, ahora tiene un competidor, un hijo tirano, "El Beneficio Económico es el Rey", y los hombres sus lacayos, sus servidores y adoradores.

Quien no sabe ser feliz en lo sencillo, se pierde en la búsqueda de poder y termina en la servidumbre.

La Bestia es autónoma, solo le importa su triunfo, no tiene corazón, crece y crece. Posee los hombres más inteligentes, los mejores frutos de la ciencia, de la comunicación, de la energía, de la política, de la tierra... todo, incluso el alma de los hombres.


La Gran Bestia, es un sistema macroeconómico, que se auto alimenta y crece, quiere y fomenta el consumo, nadie la gobierna, todos sirven al Amo, y reciben cuantiosos premios, y quien no lo hace es eliminado.

¿Quién es el dueño?, no existe tal cosa, son consejos de administración que tienen que lograr el triunfo de las empresas de la corporación, y que se deben a los accionistas. El nombre estuvo bien adjudicado, son sociedades anónimas.

La Bestia no descansa, no tiene hijos, ni esposa... es voraz, es el cáncer con mayúsculas.



                                                               



lunes, 26 de agosto de 2013

Liberarse - 30


 







El espíritu del hombre necesita contemplar,
el cielo estrellado,
un atardecer,
un paisaje lleno de arboleda,

un mar...
Tenderse en la yerba y admirar,
el cielo, las nubes, los pájaros...

Perderse en la profundidad
del horizonte marino.
Volar entre las nubes.

Unirse
a una bandada de pájaros.

Ser como el viento
y acariciar las ramas de los árboles,
los picos de las montañas,
sentir la nieve,

oler la jara, la salvia, el jazmín...


Cansado está ya de la prisión de la mente,
de las preocupaciones, de los miedos,
de la apariencia, del que dirán,
del querer conquistar
una posición, un rango, un estatus...

El miedo a la muerte...

Solo tienes que abrir la puerta,
frotar la lámpara
y como el genio de Aladino,
liberarte.

Eres mucho, pero no lo sabes.

No tienes nada que temer.
Acepta tus temores
y sumérgete en el todo.

sábado, 24 de agosto de 2013

Perseguir la "Sombra" - 29



La parte fea, inaceptable de nosotros mismos, no somos capaces de contemplarla y aceptarla como propia.
Entonces creamos la "sombra", la persecución en el mundo exterior de lo indeseable que habita en nosotros.
Nos convertimos en paladines "limpios" y condenamos y castigamos en los demás, nuestra propia suciedad.

Señalamos, acusamos, condenamos.

jueves, 8 de agosto de 2013

Realidad - 28





El que mira ve su realidad, proyectada y mezclada con algunos datos del entorno que le rodea.

El que mira capta lo que sus sentidos le permiten, tamaño, velocidad, color...

No pudimos captar las células, hasta que se inventó el microscopio; aún más difícil, captar las moléculas, captar los átomos, captar los neutrinos... podemos ver solo una parte del espectro de luz, nada por encima del violeta, nada por debajo del rojo.

Nos empeñamos en no creer en los microbios, costó mucho que fuera admitido por la clase médica del siglo XVIII, lo que fue visto un siglo antes, costó muchas vidas, pues la asistencia a los partos se hacia sin que los médicos se lavaran después de atender a muertos infectados.


Nuestros complejos de inferioridad nos hacen aferrarnos a la idea de que sabemos, o peor, que lo que sabemos es cierto, de forma absoluta.

No damos paso a lo nuevo porque nuestros ojos no dejan de mirar lo viejo. Porque estamos anclados en lo atávico, en lo antiguo, en lo conocido.

Le tenemos miedo a la incertidumbre, cuando es la mejor de las luces... la que nos aproxima a lo que es.

¿Cuántas cosas no vistas nos aguardan aún?
Muchas más que las conocidas.

Pero... ¿quién se atreve a vivir en la incertidumbre?

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